viernes, 12 de diciembre de 2008

Roger Moore habla sobre 007


En una carta abierta al diario Times Online, Roger Moore comenta algunas anécdotas de su paso por la saga, de cómo la ve en la actualidad y del futuro de ésta con Daniel Craig.

Sean Connery fue el primero, y en mi opinión y en la de mucha otra gente (maldito sea) quizá sea el mejor Bond porque creó y definió la interpretación cinematográfica del personaje. Cuando Sean lo dejó (por primera vez) recuerdo que los críticos decían que ahí acababa todo. Una saga con cinco películas y ahí acababa todo, o eso decían ellos. Aquí estamos 46 años después, a muy poco tiempo de que otra película más, Quantum of Solace (título de Fleming, por cierto) se estrene en cines. Bond no solo ha sobrevivido a la marcha de Sean Connery, sino a la de otros cuatro actores más, y sigue en forma. Y lo que es más, ahora es más popular que nunca. No parece, por tanto, que esté dando sus últimos pasos.

En 1973 necesitaban otro James Bond. Aunque yo fuese mayor que Sean cuando dijo “nunca jamás”, era descrito como un heroe de acción y en perfecta forma para hacer el papel. Se había decidido que Bond debería tener siempre una edad concreta, nunca debería envejecer demasiado, aunque debería adaptarse a los tiempos modernos. Sabía que tenía que hacer mio el papel sin dejar irreconocible al personaje. Tampoco podía simplemente ser alguien que no era. Bond tenía que evolucionar, así lo decidimos, pero no demasiado de un modo u otro. ¿En qué me diferencio de Sean? Soy un cobarde, siempre he odiado las armas y nunca hubiese tratado de quitarle el arma a un enemigo con un golpe increible, mientras que Sean le hubiese dejado tieso de un golpe. Esa era la principal diferencia entre nuestras personalidades.

Cubby Broccoli decidió de nuevo reinventar y buscar un nuevo actor en 1986. Trajo a Timothy Dalton como un 007 más casto. Timothy es un actor brillante, y tengo entendido que hizo un Bond genial. Nunca vi sus películas a propósito para evitar tener que responder a ‘¿Qué opina sobre Timothy Dalton?’ . Su estancia fue corta debido a una larga batalla legal entre la Metro Goldwyn Mayer y la familia Broccoli por los derechos. Seis años más tarde, con todo ya resuelto, Cubby Broccoli anunció que estaba reinventando la franquicia y buscando un nuevo actor, siendo el elegido Pierce Brosnan. Los críticos decían que ya no había lugar para Bond en los años 90. La Guerra Fría había terminado. Bond era un ‘dinosaurio misógeno’. Eso era así. Todo había acabado…

Vi entonces un fragmento de la primera película de Pierce: GoldenEye. Quedé impresionado. Pierce tenía encanto y carisma con un sentido del humor muy natural, interpretado de manera muy amena y con salero, pero al mismo tiempo muy creible, casi tanto como lo había sido Sean.

En 2002 me reuní con Pierce en la premiere de ‘Muere otro Día’, que conmemoraba el cuarenta aniversario de la saga. Cuando me preguntaron qué opinaba de la película me limité a decir ‘interesante’. La verdad sea dicha, pienso que fueron demasiado lejos (y lo digo yo…el único Bond en el espacio): ¿coches invisibles y gráficos por ordenador? ¡Por favor! Dieron al público lo que ellos querían, pero creo que incluso ellos se dieron cuenta de que eso era lo más lejos que podían llegar antes de que Bond se convirtiese en una caricatura de sí mismo.

Daniel Craig me impresionó gratamente en su película debut, Casino Royale (y eso que tuve que comprarme yo mismo el DVD, así que me alegro de que fuese tan buena), al presentar una visión desgarradora y sin pulir del personaje…tan buena que creí que Sean tendría que dejarle su puesto en lo más alto. La interpretación de Craig no se parece a nada de lo que hayamos visto anteriormente en pantalla; ‘Jimmy’ Bond estaba ganándose su reputación y cometiendo errores. Estaba intrigado al verle siendo castigado por M como un colegial cualquiera lo es por el director de su colegio. El guión le mostraba como un personaje vulnerable, con problemas e imperfecto. ¡Todo lo contrario a mi Bond!. Craig representó, y representa, a un Bond mucho más cercano a lo que Ian Fleming nos describió en sus libros: una ruda máquina de matar. Era el Bond que el público quería. ¡Maldito sea él también!

Así pues, ¿debería Bond recoger sus cosas e irse al asilo? La respuesta corta es que mientras sigan tan altas las ganas de ir a ver una película de Bond; mientras los productores sigan acertando con la tecla, y mientras Daniel Craig lleve la Walther PPK, no hay por qué pensar en el fin de la saga. Al reinventar y actualizar a Bond, ha cogido mucha fuerza.


En pocos días saldrá a la venta la autobiografía de Roger Moore ‘My word is my Bond’ en tiendas británicas.

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